Refrán de la mujer epistolar

Mi papá que era todo un  ‘gentleman’, solía decir aquella frase «Un caballero no tiene memoria», en relación al mutis en que un hombre debe permanecer con respecto a los encuentros que se tuvieron en el pasado con alguna fémina. Y yo que amo la edición, como ya habrán comprobado (ver ejemplo anterior) , desarrollé mi propia versión. Hay que tomar precauciones. Nunca sabemos a ciencia cierta a quién tenemos en frente.Un caballero no tiene memoria...y una dama no tiene historia. (1)

He preferido declinar a ser una dama y convertirme en una mujer de historias…

Me sentaré

(Dedicado a las amigas y amigos shambhalianos)

Por años la canción «Resistiré» del Dúo Dinámico fue un himno emblemático para mí, que escuchaba a todo volumen, bailaba y cantaba en voz alta cuando sentía que la vida se ponía dura. Hoy continúa siendo una de mis composiciones preferidas, pero le he realizado una pequeña gran modificación a la letra. Esto porque ya no lucho contra la vida, sino que aprendí a surfear con ella. Aplico una técnica fantástica para cuando los pensamientos se me ponen revoltosos y con ellos las emociones también sucumben a huracanados movimientos. Mi práctica no es un secreto. Me siento. Me siento en el cojín a contemplar mis pensamientos. Y de tanto verlos pasar me voy dando cuenta de la poca importancia que tienen. Y éstos, derrotados, sueltan a las emociones para que bailen sin aferrarse a un único estilo musical.

Les dejo mi nueva versión de este clásico,  destacando con cursiva los cambios realizados.

Cuando pierda todas las partidas
Cuando duerma con la soledad
Cuando se me cierren las salidas
Y la noche no me deje en paz
Cuando sienta miedo del silencio
Cuando cueste mantenerse en pie
Cuando se rebelen los recuerdos
Y me pongan contra la pared
Me sentaré, erguida frente a todo
Me volveré de aire para disolver la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla,
Pero siempre sigue en pie
Me sentaré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Me sentaré, me sentaré.
Cuando el mundo pierda toda magia
Cuando mi enemigo sea yo
Cuando me apuñale la nostalgia
Y no reconozca ni mi voz
Cuando me amenace la locura
Cuando en mi moneda salga cruz
Cuando el diablo pase la factura
O si alguna vez me faltas tú
Me sentaré, erguida frente a todo
Me volveré de aire para disolver la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla,
Pero siempre sigue en pie
Me sentaré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Me sentaré, me sentaré…

Cuando veo este video con ambos cantantes  del dúo vestidos de blanco y tan animados, me pregunto si quizás  a alguna secta de iluminados pertenecían:

HAZ CLICK AQUÍ PARA ESCUCHAR Y VER RESISTIRÉ

un ángel le reconforta a San Fco de Asis
Un ángel reconforta a San Francisco de Asís con Música. Colección Museo San Francisco, Santiago de Chile.

 

Mi botánica familiar

Fui invitada a la significativa celebración del primer año de B., un duende que vive con sus padres cerca del Parque Forestal. Me alegraba saber que la ocasión convocaba también a mi amiga E., que viajaba desde la quinta región. Ella es una hermana de vida para mí, me salta el corazón cuando nos reencontramos. Su presencia en este mundo es el mejor conjuro contra la soledad.

La madre del cumpleañero es vegetariana y la cita era en el parque a las once de la mañana, por lo que precavidamente tomé un abundante desayuno. No había contado con la presencia de los abuelos catalanes, que nos agasajaron con chorizos, embutidos, mandonguilles (hay palabras que conviene aprender rápidamente) y tortillas. «Éstos son de los nuestros», me dije, comenzando a echar por tierra mi discurso sobre la dificultad mía de sentir alguna genética de la península ibérica corriendo por  mis venas. Por aquí vislumbro por qué mi amiga E. disfrutó tanto su estadía en esas tierras.

Luego de disponernos en un círculo para, en honor al festejado, plantar un ginkgo biloba – un tipo de árbol único en el mundo- , el padre de este duende comenzó a repartirnos unas bellas tarjetas y plantas nativas como recuerdo del evento. «No tenemos muchas», aclaró,  «tienen que sacar una por grupo familiar». Estas últimas palabras coincidieron con mi turno, lo que provocó esos momentos que podrían ser trágicos si no existiese de por medio una amistad de años. «Ya sabes, querido, que yo soy mi grupo familiar», le dije, escogiendo mi recuerdo con digna y cómplice sonrisa.

Comí todas las porciones de chorizo que le corresponderían a un grupo familiar  más numeroso que el mío, por lo que en la noche de visita a unos amigos me decido a llevar pan negro y palta para dar respiro a mis arterias. No he dimensionado el encuentro que me espera que será regado de conversados tintos.

Han invitado a C., un hombre que no veía hace años, pero que yo recordaba por su amor a los libros. «Tengo tres mil quinientos», me cuenta. Mi compañera de departamento con quien por primera vez coincidimos en una velada con amigos fuera de casa, pues nos movemos en distintos círculos, me mira. «Que situación más hilarante», me comenta ella. Es un término interno que hemos creado para referirnos cuando surge algo que se relacione con el catalán que indirectamente dio origen a este blog. Nos comienza a dar risa y yo le explico a C., para que no se vaya a sentir incómodo, que conocí a alguien que tiene cuatro mil libros, pero que ya no nos escribimos. «Las relaciones epistolares no se terminan», me replica él. Acertado comentario. La conversa promete. Me habla de música, novias, cine (tampoco ha visto la última de Allen), literatura, lecherías, neurociencias. Y me invita a su proyecto que es construir en su campo del sur una residencia para que artistas e intelectuales puedan dedicarse a crear sin el costo de perder las energías en la sobrevivencia. Le agradezco, pero le explico que de intelectual no tengo nada, lo que él pone en duda. Yo insisto que lo único que tengo de intelectual es que no uso maquillaje.

Los vinos corren, yo que me he levantado a las siete de la mañana ya comienzo a añorar mi cama. Hemos llegado al whisky, ese brebaje que adoro y que se suelen servir los hombres sin ofrecer a las féminas. Reclamo el mío. Me sirven. C. se sienta a mi lado y mientras me pone la mano en la pierna me comenta qué guapa está la hermana del dueño de casa. Hay momentos en que está más que claro que es urgente terminar la velada. Aprovecho que mi compañera de departamento se está yendo, empino el codo para no perder lo recién recibido y comienzo a despedirme. Todos insisten que me quede, C. me ofrece llevarme más tarde a casa, dudo por instantes si prolongar la visita. Pero no, estoy realmente cansada. Bajo corriendo cual Cenicienta las escaleras, para alcanzar a subirme al auto de mi amiga. Y de pronto me doy cuenta que C. viene detrás a grandes zancadas. Insiste que me quede. Ante mi resolución de irme, de pronto él concluye en voz alta: «Ah, no me había dado cuenta, ustedes son pareja». Es lo único que me faltaba. Ahora se correrá el rumor que no es que estoy sola, sino que soy lesbiana. La verdad es que a estas alturas me tienen sin cuidado las explicaciones que la gente se construya. De todos modos sé que venido el comentario de alguien con su bondad y que ha vivido tantos años en el extranjero, tiene solamente una carga descriptiva. Igual nos ha regalado un trayecto a casa con las mejores carcajadas de la noche.

Hoy mi unipersonal grupo familiar se ha levantado con una resaca tremenda. Me preparo un café y me digo que me gustaría mucho que C. me invitara a ver la última de Woody Allen, porque hay personajes en este mundo que sin duda me hacen sentir menos ginkgo biloba y más bosque nativo.

planta lagunosa
Planta Lagunosa Glanducos, Claudio Gay, (1800-1873)

Honro mi linaje femenino

Ha muerto mi tía abuela Daniela, luego de 102 años de amorosa vida. Comenzó un viaje hacia ese espacio que no conocemos, pero que es el único destino que podemos estar seguros que compartiremos…todos los migrantes del mundo.
Desde otro continente, ese pedazo de tierra del que vamos y venimos las mujeres de mi familia, me envía una de ellas este poema para que lo lea en su funeral.
Ich lieb ein pulsierendes Leben (Rainer Maria Rilke)
Ich lieb ein pulsierendes Leben,
das prickelt und schwellet und quillt,
ein ewiges Senken und Heben,
ein Sehnen, das niemals sich stillt.Ein stetiges Wogen und Wagen
auf schwanker, gefährlicher Bahn,
von den Wellen des Glückes getragen
im leichten, gebrechlichen Kahn ….

Und senkt einst die Göttin die Waage,
zerreißt sie, was mild sie gewebt, –
ich schließe die Augen und sage:
Ich habe geliebt und gelebt!

Intenté hacer la traducción y me resultó imposible sin matar la poesía y el registro de cada palabra que evoca varios conceptos en una. Habla del amor por una vida vibrante, ondulante, cambiante, oscilante….y que al final, cuando cierro los ojos, puedo decir: he amado y vivido.
Agradezco a las mujeres de mi familia por esa energía creativa y vital que me han heredado como impronta de este linaje femenino. Honro cada paso que han dado. Si no fuera por ellas, no estaría hoy aquí desplegando las alas del modo más vibrante, inquieto y curioso que puedo imaginar.
mariposa en Providencia
Mariposa en una vereda de la comuna Providencia. Santiago de Chile. Autor anónimo.

El poder de la palabra

Mi sobrino de seis años es lo más cercano que he conocido a una Mafalda en versión masculina. Con el tiempo me he acostumbrado a ir por la calle a su ritmo y en su estilo. Entrevista a cada persona que se le cruza. Ya no me aprobleman ni me avergüenzan sus preguntas y comentarios y dejo que cada adulto resuelva las respuestas. «¿Por qué tienes los dientes amarillos?» «¿Qué te pasó en la cara?» «¿Por qué usas ese sombrero y botas, eres un vaquero?» «Te pareces a mi Tata…sólo que él ya se murió».  Y así vamos por la vida, dejando que él con curiosidad científica vaya encarando sus dilemas.

El fin de semana pasado, cuando caminábamos por la vereda de regreso de un largo paseo, mi sobrino en sus correrías se acercó demasiado a la calle. Una ciclista le advirtió que tuviera cuidado. «Viste», le comenté, «la mujer te dice lo mismo que yo». Y él me respondió con una pregunta a máximo volumen: «¿la mujer?, ¡es un hombre!». Momento crítico, miré a la ciclista, me miró, llevaba pantalones anchos y una polera más ancha aún de tipo unisex. Era delgada de cuerpo huesudo, pero su postura me indicaba que era una fémina. En voz baja le dije: «Es una mujer» y mi sobrino contraatacó a todo volumen: «No, mira, no tiene pechugas y el pelo largo lo tiene en un moño como los hombres antiguos». Yo comencé a dudar seriamente de mi percepción. Hay hombres bastante andróginos. Por suerte el semáforo dio luz verde y toda nuestra discusión posterior sobre el sexo de nuestro objeto de estudio continuó sólo en el marco de nuestra dupla.

Unas cuadras más adelante, el personaje de la bici se había detenido a conversar con una chica. Cuando pasamos junto a este ser humano, mi sobrino se paró a su lado, le indicó y nuevamente en alto volumen y con voz sourround exclamó con la precisión científica de una hipótesis que no ha sido resuelta : «¡Mira, es la misma señora o señor que vimos denante!».  Nadie dijo nada. Apuré el paso.

Así es este angelito. De una inocencia implacable.

Hace unos meses me acompañó a dejar un vestido al taller de costura. El dueño del local, un sastre-costurero, estaba sentado frente a la máquina de coser. Mi sobrino lo interrogó sobre el funcionamiento de las agujas, el pedal, los hilos. Él le iba contestando. En un momento le preguntó al hombre: «¿Y tu trabajo es importante?». El sastre no supo qué responder y me miró. Su silencio me dio una pena terrible. ¿Cómo alguien que lleva treinta años de oficio no tiene respuesta para eso? Yo, a mi pesar, salí al paso explicando que claro que es importante, si no, las casas no tendrían cortinas y nosotros no tendríamos ropa para ponernos. Pero su incapacidad de dar contestación dejó una estela de duda en el aire. Puedo imaginar al pobre hombre insomne esa noche, por lo menos una noche, buscando el sentido a sus tres décadas de actividad de confección de vestuario.

Hoy me he topado con el personaje de la bici, cruzamos miradas reconociéndonos. No me cabe duda, la hipótesis ha sido resuelta. Las palabras de mi sobrino han tenido un impacto imprevisto en la imagen de esta persona. Lleva una ajustada y femenina polera, el pelo suelto y un coqueto casco rojo.

Me digo que habría que ir a visitar al sastre para consultarle cómo le está yendo con esto de su identidad y vocación.

Enriqueta petit
«Cabeza de mujer», Enriqueta (Henriette) Petit, Pintora Chilena, Colección Museo Nacional Bellas Artes.

Encuentro cada 13 lunas

A raíz de la tristeza que nos produce la muerte de un compañero de la época universitaria, reflexionamos con mi amigo J. sobre nuestros caminos. Tenemos más que claro que solamente es un tema de calendarización misteriosa y que también nos tocará partir en cualquier momento. Con J. nos une casi un cuarto de siglo de amistad, lo que viene a ser más de la mitad de nuestras vidas. Él se ha ido a vivir a Suecia, ese país, que a pesar del rudo invierno, tiene en su lengua palabras de una fineza única como Mångata, que es la forma en que se define en sueco ese camino de luz que la luna refleja en el agua.

Después de tantos años, con J. nos conocemos hasta las sombras y a su vez siempre logramos sorprendernos con lo que el otro nos puede regalar. Supongo que eso hace que perdure el vínculo a pesar de todos los altibajos y recovecos que puede tener una amistad. Él es de las pocas personas que me llama con el mismo sobrenombre que me daba mi papá. Encontrarnos una vez al año siempre es un cálido retorno al hogar.

Me escribe que a propósito de una de mis publicaciones en este blog (ver referencia), le llama la atención que en sueco, al igual que en alemán, también existen distintas formas de nombrar el proceso de conocimiento de un otro. Me explica dos conceptos: Lära känna nångon (aprender a conocer a alguien) y lära känna varandra (aprender a conocerse, entre dos).

No logro comprender bien la precisión de estas definiciones, admirada de la inteligencia de mi amigo que ha sido capaz de aprender esa lejana lengua. Tendremos que afinar detalles con el whisky compartido en el próximo viaje. Lo que sí logro entender es que Alberoni podría escribir un libro con nuestra historia de amistad y que su relato sería tan bello como Mångata.

luna llena, limache
Luna llena, Limache, Alfredo Helsby. Pintor Chileno. Smithsonian American Art Museum.