Desde Ñuñoa, con amor.

Esto ya me pasó con anterioridad, le ha sucedido a muchos. Estoy alucinada con el tema de mi tesis y de pronto me doy cuenta que alguien ya lo hizo antes que yo, mucho mejor de lo que podría hacerlo yo y…hace diez años atrás. Se lo comento a D. mientras le muestro el libro «Mujeres y Hombres. ¿Un amor imposible?» de Manuel Castells y Marina Subirats. «Son unos sociólogos de universidades de Cataluña», le explico. Con una sonrisa me responde: «Ah, entiendo. Desde Barcelona, con amor». Además de contagiarme su buen humor, me subo el ánimo comentándole: «Castells es un sociólogo que constituye lectura obligatoria en la carrera por un libro que escribió sobre la era de la información. Si para dos grandes autores esto de la relación hombre-mujer ha sido tema de un libro, quizás no ando tan perdida en mi materia de estudio y si lo aplico a nuestra particular realidad nacional, podría llegar a ser algo interesante de leer». 

Con esta visión optimista me digo que esta tesis es en sí un proceso que merece la pena (valga eso de que el camino es la meta) y enumero aquí 5 hallazgos que han aparecido en esta ruta:

1.- He cambiado mi cama unipersonal de monje por una más grande. Aprovechando las miradas esotéricas de dejar espacio para que algo/alguien que desee entre a mi vida, invierto en un lecho más prometedor. La garantía de fábrica es de tres años, por suerte. Tengo tiempo entonces. Primer hallazgo: a diferencia de algunas amigas solteras que ocupan un lado de la cama de dos plazas, yo la utilizo completa, duermo cruzada, me cambio de lado, uso ambas almohadas, extiendo los brazos, amanezco en la mitad de la cama. Me siento a mis anchas y adoro el espacio…este proyecto no se perfila exitoso…

2.- Hemos descubierto con D. un vino de $2.000 (menos de 3 euros) que nos provoca la misma felicidad y placer que los más caros. Este segundo hallazgo lo comparto por correo a las y los interesados, para que no se piense que estoy realizando publicidad.

3.- «El dolor hay que enfrentarlo a la cara», me digo un día domingo. Parto a almorzar a un local de inmigrantes de la misma nacionalidad de la novia de aquél que algún día me escribió. Media hora después, D. se suma y me encuentra engullendo un plato que en el país de origen debe ser común como me resulta nuestra empanada, pero servido aquí parece exótico. Está delicioso. Entre tortas fosforescentes que giran y mirando un programa de farándula proveniente de esas cálidas tierras con curvilíneas modelos, entre mesas con gente que se trata de papi y mami sin tener vínculos filiales, D. me dice que aunque le parece algo masoquista, no deja de ser chistoso verme sentada aquí. «Bueno», le respondo, «si no puedes contra ellos, únete». Tercer hallazgo: aunque duele a veces, cada día duele menos que no me haya escogido y por lo menos me he iniciado en un nuevo espectro culinario, lo que para una sibaritas como yo, siempre será un regalo. Dicen que no hay mal que por bien no venga.

4.- En los trámites de firma de divorcio, me encuentro con mi ex. Cuarto hallazgo: este señor por el que lloré tanto en el pasado, es ahora una persona que no tiene influencia en mis emociones. Me imagino que lo mismo terminará sucediendo con el señor con el que me escribía. No es que yo piense que el tiempo cura las heridas, coincido con A. en eso, sino que a medida que pasa el tiempo surgen experiencias que nos permiten resignificar lo vivido.

5.- Planeamos con D. un viaje en el Transiberiano. Es peligroso para dos mujeres solas, podemos invitar a mi amigo S. Resulta iluso de mi parte pensar que a un amigo al que no le he aceptado ningún paseo en su moto, tenga la bondad de acompañarnos en un monótono viaje de siete días en tren. Nos imaginamos con grandes gorros, los labios pintados de rojo, leyendo a Dostoyevski o Dostoievski, envueltas en los más bellos pañuelos. Pero aquí es invierno y pensar en Siberia aparece demasiado escalofriante. Cambiamos de destino: Grecia. Opa! (Opa en el sentido griego, por favor). D. pone música griega y yo comienzo a bailar y a cocinar con mucho aceite de oliva. Opa! Nos visualizamos tomando vino en un local de un pueblo perdido entre dioses del Olimpo. Opa! Rompiendo platos. Opa! Propongo hacer una empresa de vajilla, porque en Grecia se quiebran muchos platos y sería un gran negocio. Opa! Luego recapacito y recuerdo el poder de la industria china. No importa. Me quedaré con el dueño del restaurante del pueblo que ha enviudado, sus hijos ya son adultos y han vivido el duelo de la pérdida de su madre, por lo que me aceptarán en la familia. Opa! Le haré por fin un digno honor a mi apellido y me nombraré la Reina del Vino. Opa! Quinto hallazgo: planear viajes durante un proceso de tesis puede ser para mí la única forma de sobrevivirla. Abrimos el vino de dos mil pesos, ¡salud! Opa!

Así voy avanzando con los descubrimientos de esta investigación. Por ahora, desde mi comuna en este país perdido al final del mundo, escribo. Te escribo.

L.M.E.

La Viajera de Camilo MOri
La Viajera. Autor, Camilo Mori (1896-1973). Pintor chileno.

3 comentarios en “Desde Ñuñoa, con amor.

  1. Álamos de viento

    ¡Ah, me encantaron tus hallazgos! Todos dignos del más alto encomio.
    Felicitaciones por redimensionar tu tesis en una obra doblemente creativa! Y, coincido contigo: el camino es la meta…
    Besotes ❤

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  2. Hilari

    COSAS QUE SE PUEDEN HACER EN EL TRANSIBERIANO

    Mirar el paisaje.
    Leer La Iliada.
    Mantener una animada conversación en ruso utilizando para cada palabra un diccionario ruso/español.
    Contar abedules.
    Mirar el paisaje.
    Mantener una animada conversación en chino utilizando para cada palabra un diccionario chino/español.
    Dormitar.
    Hacer fotos del paisaje.
    Beber un té con sabor a vainilla.
    Leer un libro en inglés sin dominar el idioma con un diccionario al lado.
    Echar una cabezadita.
    Contar abedules cada 100 metros y comprobar si 100 km antes habia más o menos.
    Traducir del ruso, con el diccionario, la normativa que rige para el transporte de ferrocaril.
    Calcular que hora es en Barcelona, Pekín, Kuala Lumpur y Santiago de Chile.
    Beber un té dargeling.
    Hacer videos del paisaje.
    Contar abedules y comprobar si siguen creciendo o decreciendo.
    Calcular si un tren sale de Pekín, otro de Harbin y otro de Ulan Ude, a la misma hora y si todos llevamos la misma velocidad, ¿en que punto del trayecto nos encontraremos?
    Escribir una carta a los amigos.
    Comprobar si algún chino del vagón es capaz de repetir: El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramon Rodríguez se lo ha cortado.
    Escribir una carta a los enemigos.
    Intentar buscar el adjetivo mas preciso para designar la tonalidad rojiza del Sorbus agropecuaria que hemos pasado hace 300 km.
    Intentar que algun chino diga perro, rabo y Ramón.
    Intentar recordar los 10 mandamientos, el padrenuestro y el avemaría
    Escribir una carta a los desconocidos
    Traducir las cartas a los amigos en cirílico
    Releer La Iliada
    Hablar con un ruso haciendote pasar por andorrano y hablando sólo en catalán
    Ensenar a una niña rusa Cargol treu banya.
    Contar pinos (para variar).
    Beber té de Ceilan.
    Calcular la hora en Los Angeles, Tokio, Manila y Casteldefells
    Enseñar a una niña china a entonar Fiel espada triunfadora
    Memorizar los 15.600 hexámetros de La Iliada
    Recordar que existe algo llamado avión que acorta el tiempo de desplazamiento entre un lugar y otro.
    Que un ruso te enseñe canciones infantiles
    Hacer un listado de cosas que se pueden hacer en el transiberiano.

    Solo es una humilde sugerencia

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